Y entonces entre toda esa tormenta que llevas encima, aparece una cara sonriente que te tiende la mano, te la agarra y te la coge con tanta fuerza que sientes como un rayo de sol se abre paso entre tanta lluvia que te ha mojado el ánimo. Entonces continúa buscando entre tus pulseras una que es significativa para él y al ver que la llevas puesta, sonríe y para tu sorpresa te da un abrazo.
Son pequeños detalles que como el sonido de un portazo te despiertan de tu letargo y te hacen ver que el día puede ser maravilloso, que puedes encontrar una sonrisa en cualquier persona que esté a tu alrededor y que si algo va muy mal, estarán ellos para sacarte una sonrisa que dure al menos cinco largas horas. Porque ellos son espontáneos, naturales, reales y muy sinceros; porque si algo les gusta te lo dirán y si algo no les gusta directamente no fingirán.
Ellos serán siempre los más pequeños pero las más grandes personas que puedas encontrarte.