jueves, 20 de noviembre de 2014

Remolinos de sentimientos

Hoy es uno de esos días en el que el tiempo libre me hace recordar que tengo un blog y me hace decidirme a escribir algo que ni yo misma sé por donde debe empezar. Cierto es que no quiero contar nada, no tengo ganas de airear mi estado de ánimo o mi vida, solo quiero encerrarme en mí y no hablar. 

Porque hay momentos en los que la compañía no vale, sino es la suya. De mi boca no salen las palabras para expresar el que decir, porque no sé ordenar mis sentimientos y todas esas palabras arremolinadas en mi interior. Solo quieres cerrar los ojos y notar la tranquilidad, que todo fluya y que las aguas vuelvan a su cauce, sí es que alguna vez estuvieron en él. 

Y cuando me siento tranquila y cierro los ojos, siento ese pequeño pellizco, ese desasosiego que deja la incertidumbre, el no saber. Lo peor es que me doy cuenta de lo importante cuando he atisbado la posibilidad de perdida, y entonces es cuando querría haberlo hecho todo al revés, desde el momento en que se lanzó esa primera pregunta.  Pero estoy tan agradecida que aun sin saber que pasará mañana, no podré más que aceptarlo y pensar que estoy en un escenario que nunca había planteado y que me hace feliz. Porque decir gracias ya no sirve, porque gracias no es palabra suficiente para transmitir lo que realmente se siente. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Costumbres añoradas

Hay veces en que cuando la monotonía de los días se rompe, desencaja tantos tus planes que no sabes como reaccionar ante ellos. Tanto es así que sólo sabes decir "que fuerte", "no me lo creo" y es que hay sorpresas que tardas en asimilar por más que te encanten. 

Luego de que todo cambie, te acostumbras a esas pequeñas diferencias, a escuchar música cuando estudias, a irte a dormir antes o a ir más despacio a trabajar. Y de nuevo vuelve todo a la normalidad y aunque creías que esperarías eso, realmente echas de menos las pequeñas diferencias que marcan los momentos. 

Y entonces tienes un día de mierda, donde tú intentas sonreír y donde realmente solo añoras la rutina antigua. Y se te ocurre la maravillosa idea de ser sincera, aplastantemente transparente y tal vez un poco hiriente. Pero aún así no te arrepientes de nada, porque mientras has sido clara, has sido capaz de vislumbrar la verdad, y llegar al porque de tu estado de ánimo. Y eso a veces es mejor que todo.