miércoles, 3 de diciembre de 2014

Bucles de miedos

Hay días en los que toda la seguridad se desvanece, en los que si te acuestas con una mala sensación, la mañana no hace más que confirmar como irá avanzando el día. Y es entonces cuando tu pasado regresa y te atormenta. Y temes que todo vuelva a suceder y sabes que prefieres que antes te digan o hagan cualquier cosa a repetir la misma jugada. Es fácil, pero difícil. 

Y llega ese momento en el que te vuelves medio paranoica y que tu cabeza es capaz de hablarte a la vez con dos mensajes distintos, uno al que quieres hacer caso y otro que te infunde miedo y pavor. Y la salida fácil es mantenerse ocupada pero no dura por mucho tiempo y vuelve otra vez esa doble conversación que no te deja concentrarte ni hacer nada más que darle vueltas al mismo tema. 

Entonces pasa que decides cerrar los ojos, acallar los miedos y pensar racionalmente las cosas y entender que estos vienen infundados por un pasado no muy acertado y que eso no debe cargarse tu presente, porque realmente te gusta el momento que estás viviendo. El problema es que no sé si esta es la solución acertada, no se que debo hacer realmente... pero sea como sea y haga lo que haga está claro que nunca habrá una respuesta inmediata, sino que el tiempo lo dirá todo. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Remolinos de sentimientos

Hoy es uno de esos días en el que el tiempo libre me hace recordar que tengo un blog y me hace decidirme a escribir algo que ni yo misma sé por donde debe empezar. Cierto es que no quiero contar nada, no tengo ganas de airear mi estado de ánimo o mi vida, solo quiero encerrarme en mí y no hablar. 

Porque hay momentos en los que la compañía no vale, sino es la suya. De mi boca no salen las palabras para expresar el que decir, porque no sé ordenar mis sentimientos y todas esas palabras arremolinadas en mi interior. Solo quieres cerrar los ojos y notar la tranquilidad, que todo fluya y que las aguas vuelvan a su cauce, sí es que alguna vez estuvieron en él. 

Y cuando me siento tranquila y cierro los ojos, siento ese pequeño pellizco, ese desasosiego que deja la incertidumbre, el no saber. Lo peor es que me doy cuenta de lo importante cuando he atisbado la posibilidad de perdida, y entonces es cuando querría haberlo hecho todo al revés, desde el momento en que se lanzó esa primera pregunta.  Pero estoy tan agradecida que aun sin saber que pasará mañana, no podré más que aceptarlo y pensar que estoy en un escenario que nunca había planteado y que me hace feliz. Porque decir gracias ya no sirve, porque gracias no es palabra suficiente para transmitir lo que realmente se siente. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Costumbres añoradas

Hay veces en que cuando la monotonía de los días se rompe, desencaja tantos tus planes que no sabes como reaccionar ante ellos. Tanto es así que sólo sabes decir "que fuerte", "no me lo creo" y es que hay sorpresas que tardas en asimilar por más que te encanten. 

Luego de que todo cambie, te acostumbras a esas pequeñas diferencias, a escuchar música cuando estudias, a irte a dormir antes o a ir más despacio a trabajar. Y de nuevo vuelve todo a la normalidad y aunque creías que esperarías eso, realmente echas de menos las pequeñas diferencias que marcan los momentos. 

Y entonces tienes un día de mierda, donde tú intentas sonreír y donde realmente solo añoras la rutina antigua. Y se te ocurre la maravillosa idea de ser sincera, aplastantemente transparente y tal vez un poco hiriente. Pero aún así no te arrepientes de nada, porque mientras has sido clara, has sido capaz de vislumbrar la verdad, y llegar al porque de tu estado de ánimo. Y eso a veces es mejor que todo. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Disparos

Sabes lo que es el daño porque lo has sufrido alguna vez. Sabes lo que es el dolor producido por alguien porque no importa cómo, si es intencionado o no, lo has recibido. Sabes lo que es sentirte mal y llorar. Sabes todo eso y nunca estás preparado para un poco más de dolor. 

Hay veces que afrontamos ir de cabeza a esa diana porque piensas que es necesario que se descarguen las armas para recibir todo de una vez, pero para lo que no estás preparado es para saber si soportarás todo lo que se dispara. Y a veces, sólo a veces, te crees fuerte y resultas no serlo. Sienten las ansiadas ganas de levantarte e irte, sientes que nada importa y que estarías mejor en otro lugar que ahí parada. Y sin embargo, tu masoquismo te hace no moverte, te hace quedarte y escuchar, defenderte con palabras que no son escuchadas y con argumentos que a quien le tiene que importar no escucha. 

Y después de todo eso, cuando ya ha no queda una sola bala, pretendemos que todo siga igual, y finges. Pero lo cierto es que no hay nada igual, es que pareces un colador, y que lo único que haces es aparentar, sonreír con tus labios, pero no con tus ojos. Y como toda herida necesita un tiempo para curarse y sin saber que tipo de cicatriz dejará sobre tu piel y tu alma. 

sábado, 18 de octubre de 2014

Tardes nubladas

No todos los días son igual de buenos, ni de divertidos y entretenidos. Hay veces que tienes que parar para reflexionar, sentir y escuchar música de esa que piensas que está basada en tu vida, que te han robado un fragmento de tu historia y alguien ha decidido cantarla al mundo entero. 

Y todo eso que has ido guardando empieza a empujar por salir, ese enfado, esa contención, esos diques explotan, revientan y se transforman en un enfado descomunal que pagas con un puñetazo a la mesa, como si creyeras que eres hulk y no va a dolerte luego la mano por ese golpe mal dado.

Pero de repente, pasa algo bueno, de repente alguien te llama, te habla y te calma. Su voz te relaja, influye sobre ti y aunque la mano sigue doliendo (y lo hará por un tiempo) desconectas y acabas riendo a carcajadas. Influye sobre ti de una manera increíble, tal vez más de lo que te gustaría, pero menos de lo que deseas en ese preciso momento. 

Y sabes que lo importante es que al menos hay alguien ahí. No buscas ya un enfado. No buscas un porque. Y aunque ha empezado a llover y parece que el cielo va a desplomarse, tu entiendes que dentro de tu casa, en tu hogar hay luz y estás a salvo, tranquila, y terminas por sonreír. 

jueves, 16 de octubre de 2014

Supuestamente

Supuestamente cuando terminamos algo, tal vez un trabajo, una etapa de tu vida, una relación con alguien, un proyecto, nos atrapa la sensación de algo perdido, algo que ya no volverá porque tuvo su tiempo y pensar si lo hemos aprovechado o o no ya dejó de tener importancia. Puede que provoque felicidad o tal vez no. 


Supuestamente empezar algo nuevo da miedo, la incertidumbre y el desconocimiento nos asusta. No sabemos que nos depara el futuro y si vendrá acompañado de sonrisas o lágrimas. Supuestamente hay muchos supuestos. Pero a mí me está gustando jugar con la suposición, porque supuestamente supongo que suponer felicidad es avanzar con una sonrisa. Porque supuestamente yo... supongo muchas cosas y hoy juego a las suposiciones. 

Supongo que me toca avanzar. Supongo que hay sonrisas que me esperan. Supongo que todo puede funcionar. Supongo que todo se estabilizará. Supongo que voy a ser aún más feliz. Supongo todo. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Luchando contra el miedo

Da miedo volver a intentarlo, sacar la cabeza de debajo de tierra y ver un nuevo amanecer. Estamos acomodados a esa oscuridad a la que nos hemos acostumbrado, a ese trato de autocompasión que nos hemos impuestos por el simple hecho de que nos da miedo sacar coraje para seguir avanzando. 


Y llega el momento en el que un empujón, una palabra, un abrazo o simplemente el incesante intento de la gente hace que vuelvas a sonreír, a soñar, a reír. Te das cuenta de que vuelves a encontrarte, te miras una vez más al espejo y empiezas a recordar a esa persona risueña que eras, esas insignificancias que te hacían reír hasta llorar y no poder respirar. 

¿Y el miedo? Por supuesto que sigue ahí (aún lo palpo) pero lo miraré de frente. Tal vez nunca se vaya, tal vez desaparezca poco a poco, pero me he cansado de vivir a las sombras, de tener miedo al miedo. Viviré el presente y afrontaré el futuro con la cabeza cada día más alta aún sabiendo que me puedo equivocar, que tal vez tropiece una vez más, pero esta vez no me quedaré tirada en el suelo esperando que vengan a por mi, doblare mis piernas apoyare mis manos y me erguiré sobre mis pies y comenzaré a andar de nuevo. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Indecisiones

Nunca se muy bien porque viene regida la personalidad, ¿los horóscopos? ¿las vivencias? ¿la familia? ¿genética? Realmente esta entrada no es una reflexión sobre ello, sino sobre mi increíble incapacidad para decidir, es decir, la indecisión.

Esta semana ha sido caótica, pudiendo haber sido la más feliz de mi vida. He tenido que decidir por que camino quiero que siga mi vida, que camino tomo y que dejo atrás o a un lado, pero que tal vez nunca más pueda tocar. 

Ese sueño que he tenido toda mi vida, esa ilusión con la que aspiraba y daba pasos desde pequeña, decidí abandonarlo, o dejarlo estancado en un imposible porque nunca sonó el teléfono. Decidí seguir con mi vida, seguir adelante y ver que me deparaba el futuro. Y de un momento a otro, ambos caminos se cruza: la realidad y mi sueño. Una encrucijada que me ha costado lágrimas, impotencias y más lágrimas. 

Finalmente decidí con la cabeza y no con el corazón, buscando una estabilidad, algo que también me hace feliz a su manera y sabiendo que puedo emplear lo que aprendí de mi sueño en el camino que me toque ahora caminar. 

Así que veremos que me depara el futuro. Solo no quiero volver a tener que decidir así, no con lagrimas e incertidumbre, porque también soy consciente que lo que yo he tenido es un golpe de suerte que muchos hubiesen querido tener. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Mi camino


Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella….

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, para aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis….

Así que no… no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de 10 años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.


Nunca he sido persona de detalles. Pero gracias, porque aún en tiempos difíciles, aún cuando probablemente no deberías de estar, lo haces. Porque puede que con el tiempo ni nos hablemos pero yo se que una sola llamada y estarás donde y cuando te necesite. Gracias por ser tu, porque necesitamos esfuerzo y coraje y a eso no nos gana nadie. 

jueves, 22 de mayo de 2014

Maleta hecha


Vivo con la maleta lista y preparada para salir y partir donde sea. Tal vez hoy esté aquí y mañana no me encuentres. Puede que viva una temporada cerca de casa y otra me mantenga lejos y en silencio. Con suerte tal vez la maleta no la hago o deshago en dos semanas, y puede, tal vez, que la haga todos los fines de semana. 

Si miro al futuro, se donde estoy hoy pero no donde estaré mañana. No sé cuantos hogares me esperan, ni cuantas casas o personas tendré que conocer. No sé cuantos km recorrerá mi maleta, ni cuantos he andado y andaré yo.  

Echas de menos a tu familia, el calor del hogar y los abrazos de tus seres queridos. Echas de menos las conversaciones sentadas en un coche con grandes amigas o salir de fiesta y saber que ellas están ahí, echas de menos pasear calles conocidas y tener ese sentimiento de seguridad y arropo que te provoca pisar calles pisadas. 

Pero estar fuera te da confianza en ti misma, te da seguridad y experiencia. Te abre un abanico de posibilidades, de conocimientos y de gente maravillosa con la que poder convivir. Aprendes que no todo es como lo habías conocido, que de lejos aprecias más lo que tenías y que la distancia también es buena. Que si en tu corazón había diez personas también caben diez más y hay sitios para todos y que sobre todo la felicidad solo hay que buscarla. 

Y ahora se que muy probablemente me toque hacer la maleta en breve, tal vez para volver o para irme más lejos. Dejo mi suerte al destino y a mí me toca ponerle la sonrisa y buscar la alegría y lo positivo al futuro incierto que me espera. 

martes, 15 de abril de 2014

Querer bien

Me hace mucha gracia, que últimamente he escuchado la expresión "querer bien" infinidad de veces y creo que nunca sabemos lo que realmente significa. Querer bien para mi es variable, no todas las situaciones responden a una misma forma y manera de querer, no todo el mundo siente y quiere de igual manera y por supuesto no todas las situaciones exigen quererse de igual modo. 

Y si me preguntan, ¿qué es querer bien para ti? Supongo que mi respuesta más genérica es buscar la felicidad de alguien más pero sin pisotear por ello la tuya propia; es encontrar una armonía entre dos personas, consiguiendo la felicidad de ambos con una misma acción; es saber valorar la libertad y felicidad de la gente sin ejercer ningún tipo de coacción sobre ellos; es simplemente dejar volar sin atar sus alas. 

Y si en algún momento todo esto no funciona, entonces te das cuenta de que se acabó, todo se terminó, porque llegan un momento en que presionan hasta llegar a un límite que desconocían, y sabes que ya no podrás aguantar más, y aún así te sorprendes porque nunca imaginaste ser tan fuerte. Y pones agua, aire y tierra de por medio. Porque tú para ser feliz necesitas marchar y aprender a saber lo que era quererse bien.