martes, 19 de mayo de 2020

El mismo triste final

Estoy cansada de haber ido a tres especialistas y que no haya habido cambios. Me molesta y duele negar siempre toda esperanza cuando detrás de esa fingida despreocupación están mis ganas de escuchar un diagnóstico distinto. Siempre digo que será mi última visita porque duele cuando sales y dejas la clínica atrás. 

La primera vez que lo escuché ni siquiera era consciente de lo que significaba porque era joven y siendo sinceros una de mis últimas preocupaciones. Y ahora tampoco lo es, pero es como un zumbido detrás de la oreja y esa verdad no cambia. 

Siempre le he buscado el lado positivo a todo y mañana muy probablemente lo haga, pero hoy solo quiero llorar y macharme pensando en por qué yo, que es eso tan complicado que no puede cambiarse, por qué mi cuerpo no sigue las leyes escritas y no escritas del universo. ¿De verdad las cosas tenían que ser así? 

No tengo las mismas posibilidades que el resto de personas, y se que también tengo más que otras, pero eso hoy no me consuela. Mañana seguro lo hará. Pero hoy no. Hoy nada me hace ser más feliz.  Y sí, ya se que no tengo una enfermedad, que mi vida no se acaba, que después de todo tengo “salud” Pero me da igual, hoy me da igual. 

Nadie parece entender cuanto me afecta porque no lo manifiesto mes a mes, pero en el fondo duele. Hago chistes para no llorar y lo cuento como una anécdota para que la gente no se preocupe porque lo contrario tampoco cambiará nada. . No busco palabras bonitas, no quiero consuelos que no entienden, no necesito palmadas en la espalda, no quiero dulces sonrisas. Nada va a cambiar. La realidad es un asco. Lo llevo sabiendo hace más de diez años y siempre me pasa igual cuando toca revisión, siempre la misma historia con el mismo triste final. 

martes, 24 de diciembre de 2019

Feliz Navidad

Estamos ya en Navidad y quién me conoce sabe que me encanta esta etapa del año, que la recibo con ilusión y alegría. 

Feliz Navidad a mi familia y amigos, a aquellos que un día quise y hoy ya no están, a los que me enseñaron algo y yo olvidé, al chico que me gusta y que no le digo, al chico que quise y hoy ya no, a los amigos que están lejos y los de cerca, a mis compañeros de trabajo, a esos niños que al final sacan una sonrisa, en definitiva a todos los que han formado o forman parte de mi vida. 

Me encantaría poder un tomar café tranquilo con mucha gente en estas fechas pero es imposible cuadrar agendas porque todos volvemos al pueblo y a mil compromisos... aunque yo ya he empezado a disfrutar de tardes con una taza caliente en medio y conversaciones locas, divertidas, las que traen recuerdos... a disfrutar de mil abrazos y más risas que nunca, a sonreír y a que me duela la barriga de tanto reír. 



Tengo compromisos fechados y otros que seguro que surgen, tengo cafés pendientes con amigos de la infancia y comidas con los que siempre están. En definitiva tengo miles de momentos por delante para reír, hablar, recordar y sobre todo disfrutar de los demás. 

¡FELIZ NAVIDAD!

sábado, 5 de octubre de 2019

Desilusión

¿Cuántas veces tiene que fallarnos una persona para dejar de confiar en ella? Esta pregunta no para de taladrarme la cabeza durante los últimos meses. Pienso que hay personas que nos fallan muy a menudo y a las que siempre le damos miles de oportunidades por alguna razón. 

Al final lo único que consigues es estar desilusionada, hacer planes sin esperar nada como mucho a que te fallen en cualquier momento. Aprendes que dicen muchas cosas de boquilla pero que luego pocas se hacen realidad. Que cuando quieres que el plan salga para adelante lo más fácil es poner trabas y más trabas. 

Y luego cuando tú te enfadas, cuando saltas y dices las cosas como son, la otra persona se enfada, te echa la culpa a ti por la actitud y decide coger eso como excusa para no hacer más planes. Y ahí es cuando vuelves a descubrir que al final la cosa no va a cambiar, que se repite la historia una y otra vez... 

domingo, 28 de julio de 2019

Por fin

Ya han pasado unos días desde que conseguí alcanzar unos de los objetivos laborales que me puse hace años y que he sido capaz de asimilar poco a poco. 

El proceso no ha sido fácil pero tampoco puedo decir que haya sido imposible. Tal vez las variables de mi entorno que era capaz de manejar y las que no han ayudado a que me centrase aún más en estudiar y en no pensar. 

A lo largo de estos meses he llorado, reído, desesperado, cansado... he pasado por mil estados de ánimos... días en que pensaba en abandonarlo todo y no volver a intentarlo y otro en que encontraba las ganas en cualquier cosa. Había momentos que necesitaba hacer llamadas de auxilio para que no me dejasen caer o simplemente para que escucharan mis quejas y desesperación. Esas personas se merecen un templo porque pocos aguantan 6 meses de lloriqueos y quejas. 

No se que me depara ahora el futuro, pero si sé que tengo miedo a los cambios, a no saber si he hecho bien algunas de mis elecciones, miedo a volver y que las cosas ya no sean igual, miedo a echar de más de menos que nunca, miedo a una estabilidad, miedo en general. Pero es un miedo con sonrisa porque he conseguido lo que tanto desee y por lo que tanto he luchado este año. 

jueves, 13 de junio de 2019

Últimos besos...

Es tarde, muy tarde, para subir este texto, han pasado los días y ya no me siento igual. Los sentimientos cambian en mí con la misma velocidad con la que un niño ríe y llora... pero algo se estabiliza después del paso de huracanes que me destrozaron por dentro y que nunca se intuyeron. Pero no quiero dejar en un blog de notas algo que una vez fue. 

"Empiezo a mejorar... ya no te pienso por el día aunque aún por las noches me ardes. No hay noche en la que no te dedique un segundo, tal vez minutos, que no te piense, que no piense en lo que fuimos y en lo que pudimos haber sido. 
Hoy he recordado ese primer beso lleno de prisas, dentro de un coche, lleno de inseguridades y con sabor a lo prohibido. Tú no lo sabes pero me infundiste calma en medio de mi caos y aunque solo fueron diez minutos, tal vez menos, sin que ninguno lo supiéramos te elegí porque me gustabas. Ambos sabíamos que no estaba bien y nunca lo volvimos a hablar, porque hay cosas que son mejor no nombrar, pero sabemos que ese recuerdo siempre estuvo en algún rincón de nuestras mentes. 
Y eso me ha llevado al segundo beso, ese que me robaste y me dejé robar en medio de un concierto, ese que sabía que podría darse si giraba la cabeza pero que intenté evitar... el mismo beso que no tuvo más espectadores que tú y que yo. Recuerdo tu sutilidad para acercarte, como rozaste con tu mano mi espalda, incluso como antes de darme un beso solo besaste la mitad de mis labios. 
Hoy dueles menos que ayer y espero que más que mañana. Porque no puedo odiarte y hacerlo fácil, porque no puedo reprocharte aunque me nacen las ganas solas. Espero que en el futuro se apague la vivacidad de estos recuerdos, que sonría en vez de que se me haga pequeño el corazón, que no tenga miedo a encontrarte y no saber que cara poner..." 


Esta es la última entrada que te dedico, aunque tú no lo sepas, porque no puedo permitirme extrañarte, porque tengo que quererme más a mí que a tu recuerdo, porque lo que me hace mal no me ayuda a avanzar y porque como estás haciendo tú, necesito tener las cosas claras y avanzar. 

martes, 19 de marzo de 2019

Monotema

Hace unos días quedé por la noche con un amigo, de esos que siempre están ahí tras el primer tono de llamada, al que le pides caprichos como que te recojan con la moto y vienen, a los que le puedes contar tu vida sin ocultar detalles y no te juzgan sino que te escuchan. Eso amigos que han estado y siguen estando, que tal vez no nos vemos todo lo que querríamos o podríamos pero que al fin y al cabo cuando nos volvemos a ver nada cambia. 

Esta vez la llamada de auxilio la hizo él, tuvo el coraje de contar que estaba mal (no siempre es fácil) y dijo que necesitaba hablar, ver la vida desde otra perspectiva y más de una cerveza para llegar al día siguiente con una significativa resaca. Por lo que también le fue necesario un café, unas tapas y parte de la tarde... porque hay problemas que no arrancamos en una sola sesión de terapia. 

Escribo esto no por lo que me contó en la noche, si no porque al final todo se reduce al mismo monotema y podéis llamarlo como queráis, amor, cariño, pareja, celos, novios y novias, más, locura pasajera, intensidad, miedo, lucha y coraje porque cualquier palabra en algún momento la podemos relacionarlo con el mismo concepto. El nombre podéis elegirlo vosotros/as. 

Las historias son distintas, los personajes también. Había momentos en los que su historia se entremezclaba con la mía, en la que me veía reflejada y otros en los que no tanto pero en los que podía entenderlo. Al final todos repetimos idénticos pensamientos e inseguridades, todos tenemos que luchar con nuestros propios fantasmas, esos que acaban siendo los mimos pero ocultos con distinta sábana. 

domingo, 3 de marzo de 2019

Ser sociable

Hoy me han hecho sentir mal. Me han hecho ver que soy "sociable" y ojo que para mí esto no es negativo, si no que el problema viene de la manera en que me suelen decir que lo soy.  

Empiezo reconociendo que soy una persona social y que me gusta estar rodeada de gente, me encanta. Disfruto de una buena charla con una sola persona o con un grupo de gente, no me asustan los sitios concurridos, parte del encanto que le veo a mi trabajo es que es con personas (muchas), creo que la gente te da más alegrías que tristezas, me relaja observar escenas de personas en una playa o un parque, me lo paso bien cuando hablo por teléfono también con amigos... 

Pero estoy cansada de que  algunas personas hagan referencia a eso mismo en tono despectivo, que cuando no salga de mi casa pregunten con extrañeza que cómo que estoy sola, que si no cojo el teléfono porque está en silencio directamente intuyan que he quedado, que cuando sí que reconozco que he salido me digan "para variar" o "me lo imaginaba"... me alegra ser tan previsible pero no juzgues una parte de mí, no juzgues mi forma de ser, porque si eso no te gusta, no te gusto yo. 

Me hacen sentir mal, porque sí, me gusta estar con gente, sí hablo más que callo y sí una cerveza con una buena charla puede estar entre mis mejores momentos del día. Pero ¿Por qué me juzgan? ¿Qué tiene de malo querer estar rodeada de personas y que me guste poco la soledad que da cuatro paredes? Y con esto no quiero decir que no disfrute de momentos a solas, de escuchar yo música en mi cuarto, de conducir sin compañía (¿por qué cree la gente que muchas veces no utilizo blablacar?...), de salir a correr y no necesitar a nadie. 

Se que muchas veces ganamos a pulso que nos digan tal o cuál, pero hay mil maneras de decirlo, cuidando el trasfondo que se da y las veces que se dicen. A veces me pregunto si es que piensan que no tengo casa, que tal vez duermo en albergues para así poder estar rodeada de gente y claro, concierto y manifestación que hay ahí estaré yo porque no estoy sola, ¿no?. Pues NO, se equivocan, ser sociable no es sinónimo de tener que cerrar bares o abrirlos, tampoco es sinónimo de no entrar en tu casa, ni mucho menos de que si no coges el teléfono es porque estás rodeada de gente. Que no. 

Que ser sociable es querer reír acompañado y no solo, es querer compartir lo que te pasa sin miedo a contarlo porque soy persona y a todos nos acaban pasando cosas similares, ser sociable para mí es preferir un momento en un bar que estudiar en casa (pero no, no tener cabeza para saber elegir cuándo una cosa y cuándo otra); y sí, ser sociable sí es querer hablar por teléfono pero no vivir pendiente al segundo de él por si te llaman... pero no me juzgues por no llegar a tiempo y responder y directamente pensar que estoy con más personas, porque NO. 

Y siento mucho que eso sea un problema para mucha gente porque no voy a dejar de ser sociable por mucho que no guste, como tampoco puedo dejar de ser rubia. Porque si mi familia entiende mi personalidad, si mis amigos de verdad aceptan algo como esto, haciendo bromas (atención, sin maldad) sobre la cantidad de personas que soy capaz de saludar en un sitio concurrido y lleno de gente, ¿quién eres tú para soltar como un resoplo o un bufido que estoy con gente... y si así fuera ¿cuál es ese gran problema?

Estar con gente no me quita de cuidar a la gente que quiero, se mantener a personas en mi vida sin que otras ocupen el tiempo de los demás... por eso tal vez, porque me gusta cuidar a mis amigos sea que me critican... pero en el coche mientras conduzco busco tiempo para hablar con algunos, llamo por teléfono en un supermercado, quedo por la noche si puedo, de vez en cuando envío un audio a esa gente con la que vamos perdiendo el contacto... porque al final ser sociable se trata de cuidar a la gente que te rodea y a la que no puede hacerlo por la distancia.