sábado, 22 de septiembre de 2018

Trenes que se van

Lo que más duele no es la herida, sino el motivo por el que permitimos que nos hieran. Es incontrolable tener expectativas ante ciertas circunstancias y personas porque cuando nos fallan, sentimos doble. El enfado y coraje no es solo porque no se acordaron de ti, si no porque tú misma esperabas y apostates a que sí que te escribirían un solo mensaje. 

Te dolió cuando esa mañana no supiste nada, te dolió cuando por la tarde tampoco hubo noticias, pero te remató cuando por la noche solo dijo buenas noches sin ningún mensaje más... porque fingiste una sonrisa de oreja a oreja tras un texto en una red social y en lugar de pensar en ti, tuviste coraje para preguntar por él. Si hubo lágrimas en tus ojos es algo que solo tu sabrás porque si así fue... era por la certeza de reconocer en el dolor el motivo de éste. 

Y es que hay veces que un mensaje no es valido un día más tarde, ni tan solo un segundo después,  porque como dice el dicho "hay trenes que solo pasan una vez en la vida" y ese ya pasó. Y cuando algo ha dolido tanto y sin pretenderlo, aprendes a poner las barreras suficientes para que no se repita porque no puedes permitírtelo. 

El motivo tal vez no sea suficiente para muchos, ni siquiera para la otra persona, pero con que sí lo sea para ti, es suficiente. No todo el mundo da la misma importancia a una historia, un libro, una canción o un detalle. Pues bien, ese era tu detalle, tu historia, tu libro y tu canción, ese día era tuyo, particularmente tuyo... 24 horas de oportunidades que hubo gente que no supo aprovechar y que por el contrario personas que no esperaste si lo hicieron. 

Te enfada que algo que fue perfecto tenga un sabor agridulce porque le diste a alguien un espacio que demostró no corresponderle y dolió el frío espacio que se quedó en el hueco que debería haber ocupado. Y no quieres desmerecer a quien sí estuvo, a quien si se presentó y a quien sin creerlo te llamo, escribió o grabó vídeo. Son los demás quienes deberían tener mayor importancia y no entiendes que le hace tener tanto poder (en el fondo sí lo sabes pero duele reconocerlo).