lunes, 31 de diciembre de 2018

Último día del año

Ha llegado el último día del año y con ello el inevitable balance que hacemos de estos 365 días, de como lo hemos vivido, de como lo hemos pasado, de quienes han entrado en nuestras vidas o de quienes se han quedado un año más aguantando los buenos y los malos momentos. 

El balance general, es que ha sido un muy buen año, donde he conocido gente buena y maravillosa, unos compañeros de trabajo que merece la pena tener y con los que vuelvo a repetir un curso más. He tenido suerte con mis alumnos/as y además me gusta la zona y sitio donde trabajo. 

Tengo a mis amigas incondicionales, que siguen estando ahí... y aunque cada vez nos vemos menos, eso es cierto, cada ciertos meses seguimos encontrando un hueco para echarnos unas risas y hablar de todo y nada. Son épocas de cambio entre nosotras porque avanzamos en nuestra vida laboral y profesional, pero no hace que una llamada de teléfono no nos vuelva a acercar como siempre. 

Y que decir de mi familia, esos que siempre están, que siempre mantienen el contacto y no me dejan desaparecer un día sin escribir aunque sea un mensaje haciéndoles saber que estoy bien; esos que recorren kms para verme si yo no puedo acercarme a casa para darles un abrazo, los que si tengo un problema me escuchan y se preocupan por mí, me dan soluciones pero me dejan siempre crecer y equivocarme. 

Ha sido un año largo con 365 oportunidades para crecer y avanzar y también para tropezar y llorar. He tenido de todo un poco, he hecho viajes y conocido nuevos países y ciudades, he reído a carcajadas hasta dolerme las mandíbulas y la barriga, también he llorado y me he desesperado como nunca, he perdido chaquetas por el camino, he ido de conciertos y al teatro, he seguido compartiendo el tiempo con aquellos que me quieren, les he quitado tiempo a quienes me hacían daño, he encontrado el balance con algunas personas y sobre todo y más importante he aprendido a ser feliz, muy muy feliz. 

Gracias a este 2018 que se acaba y todas aquellas personas que han formado parte de él, tanto bueno como malo, pero muchas gracias. Ha sido sin duda un placer poder llenar un poquito más la mochila que llevo a la espalda con tantos recuerdos compartidos. 

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Insomnio

Llevo más de media hora dando vueltas en una cama que ya se me queda chica, cuando curiosamente es más grande de lo necesario para lo que ocupa mi cuerpo. Me ha dado tiempo a imaginar miles de historias que nunca viviré, a recordar miles de momentos que ya viví y a no dejarme reflexionar sobre ciertos aspectos que no quiero pensar. 

He optado por abrir spotify y escribir sobre nada y sobre todo. Ahora suena una de esas canciones que son capaces de relajarme y que me evoca recuerdos de una historia que ya fue. Porque hace solo un par de años me sorprendían cuando escuchaba que hay personas que asocian recuerdos a canciones, ya que yo defendía que la asociación correcta era canciones a recuerdos.... nunca llegamos a un acuerdo... ahora tal vez admita que ambas opciones son ciertas. 

Las canciones me ayudan a pensar, a relajarme, a ser feliz, a terminar de romperme o a encontrar lo que quiero decir. No hay historia que no esté cantada, solo hay que saber rebuscar un poco en cada letra  para encontrar algo que parezca sacado de nuestra vida. Lo que me lleva a pensar que todos estamos irremediablemente condenados a vivir ciertas situaciones, no todas malas ni buenas, que nos ayuden a bailar lo que el destino nos presenta. 

En momentos así, me ayuda a sentirme menos sola o perdida... si otros han escrito y cantado lo que yo siento, si hay alguien que también se reconoce en un verso de una canción, el problema parece menos problema. Mi problema, dificultad o situación no es exclusiva y siempre puedo buscar otra canción que tenga la solución al problema, que me haga sonreir y querer moverme.  

miércoles, 17 de octubre de 2018

Se exprimió la última risa

He escrito tantas veces esta primera frase de esta nueva entrada, que he perdido la cuenta de ello. Probablemente el motivo sea que no se que quiero escribir, o que no quiero escribir lo que otros puedan leer, o que simplemente no estoy en mi mejor momento de inspiración....

O tal vez sea que no me doy tiempo para pensar y darle vueltas a la cabeza, porque directamente prefiero mantenerme ocupada, hacer mil cosas, matar el tiempo con cualquier cosa que no sea tu imagen en mi cabeza. 

Cada vez tu recuerdo es menos nítido y eso es culpa de ambos, ya que hemos ayudado a base de golpes. Hemos retorcido los recuerdos hasta exprimir la última risa. Necesitamos tiempo y espacio, necesitamos olvidarnos y cuidarnos. 

He visto pasar oportunidades delante de mí que han volado por tu recuerdo, y nadie tiene más culpa que yo. Pero he decidido que a partir de ahora quiero aprovechar lo que me viene, arriesgarme y que me de menos miedo enfrentarme a unos nuevos ojos, una nueva mirada y una nueva sonrisa. 

sábado, 22 de septiembre de 2018

Trenes que se van

Lo que más duele no es la herida, sino el motivo por el que permitimos que nos hieran. Es incontrolable tener expectativas ante ciertas circunstancias y personas porque cuando nos fallan, sentimos doble. El enfado y coraje no es solo porque no se acordaron de ti, si no porque tú misma esperabas y apostates a que sí que te escribirían un solo mensaje. 

Te dolió cuando esa mañana no supiste nada, te dolió cuando por la tarde tampoco hubo noticias, pero te remató cuando por la noche solo dijo buenas noches sin ningún mensaje más... porque fingiste una sonrisa de oreja a oreja tras un texto en una red social y en lugar de pensar en ti, tuviste coraje para preguntar por él. Si hubo lágrimas en tus ojos es algo que solo tu sabrás porque si así fue... era por la certeza de reconocer en el dolor el motivo de éste. 

Y es que hay veces que un mensaje no es valido un día más tarde, ni tan solo un segundo después,  porque como dice el dicho "hay trenes que solo pasan una vez en la vida" y ese ya pasó. Y cuando algo ha dolido tanto y sin pretenderlo, aprendes a poner las barreras suficientes para que no se repita porque no puedes permitírtelo. 

El motivo tal vez no sea suficiente para muchos, ni siquiera para la otra persona, pero con que sí lo sea para ti, es suficiente. No todo el mundo da la misma importancia a una historia, un libro, una canción o un detalle. Pues bien, ese era tu detalle, tu historia, tu libro y tu canción, ese día era tuyo, particularmente tuyo... 24 horas de oportunidades que hubo gente que no supo aprovechar y que por el contrario personas que no esperaste si lo hicieron. 

Te enfada que algo que fue perfecto tenga un sabor agridulce porque le diste a alguien un espacio que demostró no corresponderle y dolió el frío espacio que se quedó en el hueco que debería haber ocupado. Y no quieres desmerecer a quien sí estuvo, a quien si se presentó y a quien sin creerlo te llamo, escribió o grabó vídeo. Son los demás quienes deberían tener mayor importancia y no entiendes que le hace tener tanto poder (en el fondo sí lo sabes pero duele reconocerlo). 


miércoles, 8 de agosto de 2018

Viajes


Nunca he sido una persona a la que le gustase organizar un viaje... distinto es proponer un destino. Nunca me ha gustado sentarme delante de un ordenador para tener que buscar información sobre la ciudad a visitar, horarios de entradas a monumentos, catedrales, etc... 


Sin embargo, he de reconocer que conforme más tiempo pasa y más viajo, más me gusta sentarme horas y horas delante de una pantalla de ordenador buscando datos, fechas, precios, localizaciones, etc... me encanta prepara un documento que luego imprimiré con la información que voy a necesitar, organizar más o menos los días y tiempos. 

Este verano he realizado dos "mini guías" para visitar dos ciudades muy distintas y con personas también diferentes... he perdido el tiempo que le he dedicado al ordenador y quitado de hacer otras cosas para tenerlas terminadas a tiempo pero realmente no tiene importancia si es algo que me gusta. Aún me queda uno de esos viajes, al cuál le tengo muchas ganas. Tengo ganas de compartir mi tiempo con amigos, de conocer una ciudad distinta, costumbres distintas , ampliar mi forma de ver las cosas, aprender y sobre todo divertirme haciendo algo que realmente me encanta, que no es otra cosa que viajar. 

sábado, 14 de julio de 2018

Desahogo

Así en caliente, desde el móvil y sin pensar mucho hago esta entrada. Tumbada en mi cama un sábado a las siete de la tarde de un verano más. Tengo que aprender a quererme más, a darme menos, a no abrirme en canal cuando ni de manera remota van a hacer lo mismo. 

Pero toda esta rabia es proporcional a mi cobardía para decir lo que siento al 100%. Siempre me he jactado de valiente y escondo la cabeza más hondo que la avestruces. El problema es que no soy capaz de decir: te quiero, no te olvide y no me importaría irme al precipicio si es contigo. 

Me he concienciado de que nunca miraremos el mismo horizonte, no compartiremos una cena, un cubo de palomitas, ni habrá muchas más risas compartidas. Soy egoista, cobarde o loca. Adjetivos hay para elegir, son muchos y todos un poco reales. Y lo peor es que dentro de nuestros mini enfrentamientos me siento viva porque se que soy capaz de provocarte. 

Parece que solo me acuerdo de este blog cuando estoy triste, cabreada o melancólica. Y lo cierto es que es así, mi manera de escaparme, evadirme de lo que me provoca... soltarlo y ser un poco más libre. 

martes, 26 de junio de 2018

Fin de curso

Hay días cargados de emociones, donde la tristeza, nostalgia y felicidad contenida abarca más espacio del que por naturaleza les dejaríamos. Empiezas a ver despedidas, abrazos, sonrisas, incertidumbres, charlas animadas y alguna que otra lágrima. 

Y es ahora cuando sientes que otro ciclo se acaba, que las despedidas vuelven a ti a pesar de no gustarte nada, pero en las que a pesar de todo has vivido un año único, divertido, con mil recuerdos, sonrisas, salidas nocturnas, tapas y bares, risas, noches de guitarra y canciones desafinadas, viajes, tuppers descongelados que luego cenas, rutas a pie y en barco, tardes de playeo y mil recuerdos más. 

Echarás de menos a esos alumnos que te han hecho la vida más intensa, a esos que te abrazan sin motivo, a los que tienen picardía y lo saben, a los que te sacan de tus casillas, a los que siempre tienen una sonrisa, a los que cuesta convencer y a los que se convencen pronto, a los que están siempre dispuestos y a los que te cuesta más, a los que te cuentan todos y a los que les da vergüenza hablar contigo. En general, esos niños que han hecho de tu curso un año maravilloso, porque al final solo quedan los buenos recuerdos y el saber que se van a una nueva etapa. 


miércoles, 20 de junio de 2018

Mi estrella fugaz

Hay veces que una camina directa al precipicio con todo el conocimiento de saber cuáles serán las consecuencias de la caída y aún así no hay nada que la frene. Se cree que lleva protección suficiente para lo que realmente será el golpe. Y es tras el aterrizaje que  se aprende que nunca habrá suficiente autoconvencimiento para parar lo que se siente. 

Yo sola acepté la propuesta. Yo sola me autoconvencí de que no significaría nada y de que mi corazón estaba blindado ante todo porque no repetiría el mismo error dos veces... pero demostré ser más sentimental que racional. 

No puedo hablar de arrepentimiento porque hice lo que sentí (aunque muchas veces controlé movimientos, acciones y palabras). Disfruté de cada segundo, de cada sonrisa tonta, de un intentar mantener una escucha activa, de unos planes no planeados, de cada pique tonto y provocado.  

Y es que ha sido mi estrella fugaz, esa que veo por primera vez y que es tan efímera como un pestañeo. Esa que es cálida y ardiente, que tiene el fuego suficiente para hacer brillar lo que hay a su alrededor. Una estrella que me envolvió y justo en ese momento me dí por perdida. A la mierda todo lo que había controlado, se resquebrajó el dique de contención de todo sentimiento. Y ahora días más tarde sigo sellando de nuevo las grietas para poder volver al punto de partida. Porque nunca se es lo suficientemente valiente para aceptar lo que una vez acabó haciendo daño, y porque se es muy cobarde para dejar la pregunta en el aire de "qué pasaría si...". 

sábado, 7 de abril de 2018

Reflexión de sábado

Estoy en un punto de mi vida, en los que los buenos ratos los busco día a día, donde se me acumulan las comidas, cafés y cenas con amigos, e incluso hay momentos en los que llego a pensar que debo de relajar el ritmo que llevo, cuando las personas que me rodean me dicen "no paras". Pero sinceramente no me apetece frenar o poner dificultades a cosas que me hacen sentir bien. 

Disfruto de la comida de los lunes con compañeros y ese pequeño relax que da desconectar del trabajo. Me encanta saber que cuentan conmigo los fines de semana o entre semana y que tengo la posibilidad de quedar todos los días de la semana porque siempre hay alguien que me escribe (y aunque suene egoísta, es así). Me apunto a una comida improvisada aunque me espere en casa un tupper listo para calentar, me gusta unas cañas por la noche aunque ya me haya puesto el pijama. 

Porque reconozco que si hay una palabra que me pueda definir, esa es "sociable". Y aún así, con todo este ambiente "festivo" que me rodea, con la de personas que tengo que cuentan conmigo, con la de momentos felices que superan a los malos, siempre vuelven a mi cabeza los mismo rostros de personas que he perdido por el camino y me encantaría tener. Y lo cierto es que no me siento mal, ya que me he resignado al cambio...  

A algunos los intento recuperar y otros son como un semáforo en ámbar en mi vida, aparecen y desaparecen pero sin seguir siempre el mismo tiempo entre intermitencia e intermitencia. Es probable que esa sea la causa de no poder desconectar sentimientos y pensamientos. Aún así siempre me centro en lo que tengo delante, en las risas y sonrisas que me ofrecen las personas que tengo delante, en la felicidad de sentirse querida y en saber que me quedan mil cosas por vivir y disfrutar acompañada siempre de gente que me hará feliz.