
Esta vez la llamada de auxilio la hizo él, tuvo el coraje de contar que estaba mal (no siempre es fácil) y dijo que necesitaba hablar, ver la vida desde otra perspectiva y más de una cerveza para llegar al día siguiente con una significativa resaca. Por lo que también le fue necesario un café, unas tapas y parte de la tarde... porque hay problemas que no arrancamos en una sola sesión de terapia.
Escribo esto no por lo que me contó en la noche, si no porque al final todo se reduce al mismo monotema y podéis llamarlo como queráis, amor, cariño, pareja, celos, novios y novias, más, locura pasajera, intensidad, miedo, lucha y coraje porque cualquier palabra en algún momento la podemos relacionarlo con el mismo concepto. El nombre podéis elegirlo vosotros/as.
Las historias son distintas, los personajes también. Había momentos en los que su historia se entremezclaba con la mía, en la que me veía reflejada y otros en los que no tanto pero en los que podía entenderlo. Al final todos repetimos idénticos pensamientos e inseguridades, todos tenemos que luchar con nuestros propios fantasmas, esos que acaban siendo los mimos pero ocultos con distinta sábana.
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