viernes, 6 de septiembre de 2013

Caminar

Hace tiempo deje de escribir aquí, más bien desde que sentí que perdí mis alas para volar. Hoy regreso. No porque las haya recuperado, que no es así (lo consigo poco a poco) sino porque quiero regresar, porque quiero escribir y porque quiero hacerlo. 

Los cambios poco a poco, no se notan, pero cuando son de golpe y en dos meses... todo cambia. Pierdes y ganas en un mismo segundo. Apuestas al caballo ganador y de repente se vuelve perdedor. Lo tienes todo claro y de momento no sabes ni que harás mañana. Y entonces sabes que lo único que te queda es improvisar.

Y luego, sin darte cuenta, la improvisación se desvanece en el aire porque vas haciendo de nuevo tu vida y te va gustando más. Ya no te encuentras perdida en un laberinto sin ni siquiera saber que hacer o que decir. Empiezas a organizarte y ves que te has hecho fuerte, que las cosas que antes dolían aún duelen, pero no con el mismo ardor y fuego que lo hacía antes. Que ya no eres dependiente. Y que has pasado una página que empezabas a desgastar de tanto mirar. 

De vez en cuando, vuelves atrás y revisas lo vivido y se te escapa una brillante sonrisa o una pesada lagrima. Y vuelva a doler o no, te gusta saber que ha sido tu pasado, tu historia y que por ende sigue siendo tu presente, guste o no guste, quieras o no quieras. A mí me gusta. Quiero parte de mi pasado en mi presente. 

Superarlo no es evitarlo, es afrontarlo. Y lo hago de pie, a pecho descubierto y con toda la fuerza que sacas hasta debajo de las piedras. Nada nunca será igual. Y a veces dolerá. No creerás igual y por supuesto no esperarás lo mismo. Pero me enseñaron algo... el tiempo todo lo pone en su lugar. Y las cosas han de ser así por alguna razón, una razón que no encuentras pero que hoy se me ha puesto a mí delante y que agradezco en el alma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario