jueves, 19 de abril de 2012

Barcos por el mar

Te sientas y miras al horizonte. No hay más claridad que la que queda a tus espaldas por las excesivas luces que hay en tu ciudad. Cierras los ojos y sientes el aire en la cara, hueles el aire que te rodea, te apoyas en alguien si está a tu lado y si no tu espalda contra el banco. Te relajas, sonríes porque el momento es perfecto, tienes paz.

Entonces abres los ojos y a los lejos vislumbras unas luces en el horizonte, te preguntas que será y sólo puede ser una cosa, barcos navegando, de un lado a otro, con un rumbo fijo para desembarcar en algún puerto. Tal vez alguno sea un crucero lleno de gente con millones de ilusiones y miles de sonrisas, o puede que sea un barco pesquero buscando la comida para distintas familias. Puede que tal vez haya una lancha, un barco familiar celebrando algo, no se sabe y no lo sabré nunca.

Por segundos quieres embarcarte lejos y dejar esto, porque puede que no te conozcan y puedas ser tu misma, puede que en lo alto de un barco no existan las mismas reglas que hay en tu ciudad. Pero giras tu cabeza y miras lo que te rodea, las personas que están a tu lado y sonríes y te das cuenta que no tiene sentido ir a ningún sitio, si ellos no están contigo. 


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