martes, 15 de noviembre de 2011

Momentos personales

Me encanta poder sentarme un rato a solas, un sitio donde no haya nadie al rededor y poder cerrar mis ojos. Sentir como el viento acaricia mi cara, como los problemas que me acompañan parecen menos problemas durante segundos, o como realmente no lo son y el problema lo he creado yo. 

Me gusta disfrutar muchas veces de esos momentos en los que nadie parece percatarse de ti y puedes observarlos a todos, ver como ríen, como  hablan, como ponen caras demasiado extrañas por algo que les han dicho sus amigos, pero aún así absolutamente nadie se fija en ti y puedes ser tranquilamente la persona que se siente sola en un sitio y reflexione sobre minucias sin ser observado. 

Me gusta atesorar esos momentos de soledad. Puede que sea porque soy una persona rodeada siempre de gente, haciendo cosas sin parar y con mil obligaciones, viviendo una vida que avanza a un ritmo frenético, donde nadie repara en nadie mas de dos minutos, donde en realidad todos nos vemos obligados a seguir andando porque pararnos supone quedarnos atrás. Pero todos necesitamos de ese pequeño momento, ese pequeño refugio del día para pensar en uno mismo.

Tristemente no dispongo siempre de ese rato, ni de ese momento, ni de esa facilidad, para poder sentarme un rato al aire libre. Pero de vez en cuando se me regala un tiempo para ello y eso convierte al lugar en algo especial para mí, y justo hoy añoro poder trasladarme, poder viajar y sentarme en esos escalones, mirar al frente y no ver nada más que la oscuridad de la noche, cerrar los ojos y pensar, pensar en mí.

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