jueves, 2 de febrero de 2012

De telepatía a complicidad

Se dice que hay gente que tiene el don de comunicarse de forma mental y que sin necesidad de palabras pueden entenderse perfectamente. Obviamente, yo no tengo ese don, soy incapaz de entender la mente de nadie, lo más parecido que puedo hacer es intentar ponerme en el lugar de la otra persona e intentar predecir que será lo que dirá o hará, por la manera que ha tenido de actuar antes. 

Pero hoy me ha pasado algo a lo que llamamos telepatía; y ha sido decidir escribir un mensaje cuando la otra persona también me lo estaba escribiendo a mí. ¿Podemos llamar a esto realmente telepatía? Sinceramente no lo se, pero resulta agradable y cuanto más curioso, el saber que hay una persona que ha pensado igual que tú. 

No quiero y no deseo poder leer la mente de nadie. Pero me gusta saber que hay personas con las que puedo entenderme solamente con la mirada, personas con las que sin querer un día puedo coincidir a la hora de escribir un mensaje aunque sea tu hermana, recibir una llamada cuando estoy pensando en la otra persona, o pensar un plan improvisado y que la otra persona también lo piense. Estas cosas me valen. Porque ya no es la telepatía lo que realmente te hace saber que es especial, sino que puede que en algunas cosas te haga ver que has llegado con esa persona a un punto, en el que vuestros pensamientos se cruzan y piensan igual, existe eso que se hace llamar complicidad. 

Por eso no quiero tener telepatía con nadie. Me vale con tener a veces la simple casualidad de coincidir en algunas cosas y sonreír por lo raro y extraño de la situación. Aunque lo que realmente me gusta, como supongo que a todos, es saber que la supuesta complicidad que se tiene con alguien ha llevado a ambos o bien a hacer lo mismo, decir lo mismo o pensar lo mismo. Eso si te saca una verdadera sonrisa. 

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