domingo, 29 de enero de 2012

Orientación

Desde bien pequeña, he tenido un serio problema con la orientación. Muchas veces, de milagro no me perdía en las calles y sobre todo en sitios nuevos. Si llego a una nueva ciudad, pueblo o cualquier sitio en el que no he estado antes, es girarme y ya no saber donde estoy. Y aún si a ese lugar he ido anteriormente una o dos veces, eso no quiere decir que yo sepa donde me encuentro. 

Me lo volvieron a confirmar cuando estaba en bachillerato, con una actividad de biología, en la que teníamos que imaginar la situación espacial de las moléculas, y yo era incapaz siquiera de imaginar nada. Era necesario llegar a esa abstracción para poder aprobar el examen... no me extraña que mi nota fuera la que fue. Nunca lo conseguí. 

Necesito un mapa para poder moverme en esta vida. Pero vuelvo a encontrar un problema. No entiendo los mapas. Que me den un mapa viene a ser lo mismo que no tenerlo, así que ¿cuál es mi solución? No moverme, y si me muevo que sea acompañada por alguien, para sentir que no me pierdo y con la seguridad de saber que tengo a alguien al lado. En caso de tener que hacerlo sola, que no haya otra alternativa, vuelvo siempre al punto de partida, porque es ahí donde me encuentro segura.  

Parece que ahora estaré localizable en un mismo punto, y no me hará falta ningún mapa. Eso es bueno. Porque después de un tiempo en que perdí la orientación en calles que no conocía, he vuelto al punto de regreso. Perderse es un poco desesperante, porque no conoces lo que te rodea. Descubres cosas nuevas pero echas de menos la tranquilidad de lo conocido. Y ahora mismo parece que mi vida seguirá estable hasta nueva orden, con la misma gente, mismo trabajo y siendo yo misma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario